Ciencia Policial nº183

Ediciones Universidad de Salamanca / CC BY-NC-SA Ciencia Policial, 183, 43-89 47 Análisis e implementación de estrategias para prevenir o atenuar la “contaminación” cognitiva en la obtención, análisis e interpretación de las pruebas científico-forenses en el proceso penal Amezcua de Miguel, R. penales; un estudio completo de las fuentes del sesgo que muestra dónde están las grietas por donde se escapa la ciencia; una revisión de 30 artículos que confirman cómo el factor humano es la causa principal de esas grietas y lo importante que es desarrollar estrategias de protección contra los sesgos cognitivos para repararlas. El objetivo es dotar a la ciencia forense de una base científica incuestionable, por lo que es necesario establecer herramientas para proteger las investigaciones criminales y la administración de la justicia de los sesgos cognitivos. Los conocimientos cognitivos deben servir para minimizar el sesgo, mejorar el trabajo de los expertos y alcanzar una justicia legítima. No se pueden tomar decisiones sin tener en cuenta los procesos cognitivos que están involucrados en la toma de decisiones. Comprenderlos es fundamental para que estas decisiones sean consistentes y no estén sesgadas (Dror y Langenburg, 2019). Situaciones como ofrecer información contextual irrelevante, diferencias entre examinadores en su formación o experiencia, en sus expectativas o los distintos intereses de la propia organización pueden influir sobre los servicios forenses, pueden ser motivo suficiente de contaminación cognitiva o que los resultados no sean imparciales (Dror y Pierce, 2019). “El hallazgo más consistente en la ciencia forense es... inconsistencia” (Dror, 2023). En algunas pruebas que se practican durante el juicio oral hay poca fiabilidad y reproducibilidad, varios examinadores llegan a conclusiones distintas ante una misma evidencia por diferencias en las políticas de laboratorio, en los métodos de análisis, uso de diferentes programas informáticos, distintos niveles de experiencia o capacitación y por la aparición de sesgos. Finalmente, agravando el problema, las conclusiones de los científicos y los expertos en un tribunal despiertan la confianza en quienes las escuchan, se interpretan como imparciales, por lo que son tenidas en cuenta sin vacilar para imponer condenas que, en ocasiones, son injustas (Dror, 2015), vulnerando así los cimientos de la ciencia y la justicia. La mayoría de las sentencias injustas son consecuencia de esos errores sistemáticos y cognitivos que se han ido contagiando en cada fase del procedimiento judicial, dando lugar a la toma de una mala decisión. Recientemente, abril de 2024, se

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