La Policía Nacional desarticula una red de narcotraficantes que empleaba un procedimiento inédito para ocultar la droga
El modus operandi consistía en camuflar la sustancia estupefaciente como si fuera carbón vegetal a través de un complejo proceso químico en origen, realizado por los cárteles mexicanos y colombianos
Tres personas fueron detenidas en la localidad vallisoletana de Medina del Campo como miembros de una de las mayores organizaciones de distribución de cocaína del País Vasco, a quienes se les ha incautado 862 kilogramos de esta sustancia estupefaciente
Entre los arrestados se encuentra el líder del grupo, un histórico narcotraficante vasco que operaba a nivel nacional e internacional mediante un complejo entramado de empresas
01/06/21
Agentes de la Policía Nacional han desarticulado una de las mayores redes de distribución de cocaína del País Vasco, que empleaba un procedimiento inédito para ocultar la droga. Se trata de una organización que, presuntamente, camuflaba la sustancia estupefaciente como si fuera carbón vegetal a través de un complejo proceso químico en origen, a quienes se ha incautado un total de 862 kilogramos de esta sustancia estupefaciente. Mediante esta operación, desarrollada tras más de un año de investigación junto a la Polícia Judiciária de Portugal, han sido detenidas tres personas en la localidad vallisoletana de Medina del Campo, entre las que se encuentra su líder, un histórico narcotraficante vasco que operaba a nivel nacional e internacional mediante un complejo entramado de empresas que utilizaba para importar cocaína desde América Latina y distribuirla en España, principalmente en el País Vasco.
Las investigaciones comenzaron a principio del año 2020 sobre una sociedad mercantil del sector inmobiliario. A través de ella, se realizaban diversas importaciones sospechosas vía marítima, difiriendo notablemente su objeto social con el contenido de los mismos. Esta circunstancia hizo sospechar tanto a las autoridades españolas como a las portuguesas.
Ese análisis previo permitió detectar un complejo entramado de empresas que mantenían vínculos entre sí, casi todas ellas con escasa actividad y de sectores tan diferentes como la administración de fincas o la importación de comida congelada. Llamó la atención el uso de numerosos testaferros, que tenía como finalidad encubrir al verdadero artífice de ese entramado empresarial, un individuo muy conocido policialmente al tratarse de un narcotraficante muy importante en el norte de España y que llegó a pasar once meses detenido en Bolivia por su relación con el tráfico de drogas.
Un estrecho control sobre los investigados y las empresas
En ese punto de la investigación, los agentes comenzaron a desarrollar un estrecho control sobre esta persona y sobre su hombre de confianza, un ciudadano argelino que utilizaba en sus actividades criminales y en las actividades de sus empresas. De la misma manera, se inició una motorización de la actividad mercantil de dichas empresas, observando que movían, en su conjunto, un relevante volumen de importación, especialmente a través de un puerto portugués, operando en ocasiones con mercancías que poco o nada tenían que ver con su objeto social.
Del mismo modo, estas informaciones fueron controladas por las autoridades portuguesas quienes localizaron e inspeccionaron dos contenedores de carbón vegetal importados por una de las empresas, dando ambos positivos en cocaína.
El modus operandi consistía en camuflar la sustancia estupefaciente como si fuera carbón vegetal a través de un complejo proceso químico en origen, realizado por los cárteles mexicanos y colombianos que abastecían al principal detenido. La droga llegaba sin poder ser prácticamente detectada al tener una forma y color muy similar al carbón vegetal. Además, el olor característico de la cocaína era eliminado, por lo que no podía ser tampoco detectada por los perros especializados en narcóticos.
El sistema utilizado garantizaba el éxito al ocultar los sacos contaminados con la sustancia estupefaciente dentro de una importación de un volumen mucho mayor. Es decir, de los 1.364 sacos que se transportaban, solamente 30 de ellos contenían droga, lo cual hacía su detección aún más difícil.
El cargamento iba a ser trasladado, en primer lugar, hasta una nave a nombre de una empresa fantasma controlada por la organización, para, desde allí, descargarlo y separar el carbón genuino de la droga, que sería llevada a laboratorios situados en el norte de España para su procesamiento y posterior distribución en territorio español, principalmente en el País Vasco.
Más de 50 agentes españoles y portugueses forman el dispositivo
A partir de este momento, se estableció un dispositivo de control simultáneo sobre los dos contenedores con droga, transportados en sendos camiones desde Portugal, y sobre el principal investigado y su hombre de confianza, quienes se hallaban ultimando los preparativos para recibir y procesar la mercancía. En este dispositivo participaron más de 50 agentes españoles y portugueses.
Todos los objetivos y la sustancia estupefaciente confluyeron en el centro logístico que la organización estaba armando, ubicado en la localidad vallisoletana de Medina del Campo, donde tenían alquilada una nave que no reunía las características necesarias en cuanto a sus dimensiones. Esta circunstancia obligó al grupo a alquilar una nave más amplia en la misma localidad.
Una vez que los contenedores llegaron a la zona de descarga en Medina del Campo, un amplio operativo procedió al asalto y detención de los investigados. Además del reconocido empresario vasco y su lugarteniente, se llevó a cabo la detención de una tercera persona que se dedicaba a realizar el alquiler de esas naves sabiendo que el fin no era lícito.
Esta operación resulta de gran relevancia para las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad no solo por la detención de un narcotraficante histórico, sino también por practicarse una de las mayores incautaciones de cocaína registrada en Castilla y León. También por haberse conseguido el descubrimiento de un nuevo modus operandi que, hasta ahora, resultaba desconocido.
Finalmente, la operación se saldó con la práctica de tres registros domiciliarios en el País Vasco y un cuarto registro en las naves controladas por la organización, también en la misma región.
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